Ha sonado nuestra canción. La he cantado como se canta la última canción en tu concierto favorito, sin voz. Y me ha dado la sensación de estar viviendo en el acantilado de tus recuerdos. Es en el instante en que alguien se lleva algo de nosotros cuando nos damos cuenta que lo más importante no es lo que somos, sino lo que hacemos con lo que somos. Yo aposté por ti sin tener en cuenta que la casa siempre gana. Pero tenemos tanto que combatirle al azar, que no podemos jugar a rendirnos. He parado el tiempo durante un rato para gobernar mi pecho, pero me sigue pareciendo más bonito el desorden que dejaste. Me sobran tantas palabras para decirte lo que quiero, que estoy haciendo tiempo para cuando quieras querer. No quiero cenas con velas, ni verano en playas desiertas. No quiero el violinista en el tejado, ni…
Ver la entrada original 45 palabras más