Como os conté hace unos días, el sábado pasado estuve paseando por Chueca para elaborar una nueva ruta de picoteo. A la hora de la comida decidimos buscar algún sito que nos llamara la atención para almorzar allí. Fue entonces cuando nos encontramos con Le Cocó, que parecía dar color a toda la calle con su inmensa cristalera, desde la que se transmite la alegría del restaurante.
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